lunes, 28 de diciembre de 2009

HISTORIA DE LA FRANCMASONERIA Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL (II PARTE)


Las nuevas ideas, tanto científicas como filosóficas necesitaban ahora ser divulgadas entre la masa, hacía falta una verdadera educación social, para que la reforma fuera real, para que el mundo comenzara a creer en las nuevas ideas científicas y filosóficas. La Ilustración tuvo ese papel, pero nada se hubiera logrado si los sabios ilustrados no hubieran encontrado un lugar donde compartir sus conocimientos y organizar la reforma social, la Logia ofrecía esa posibilidad. Una Hermandad Universal, surgida de Inglaterra y ramificada por toda Europa y América, era, sin lugar a dudas, el lugar más adecuado para la renovación y reconstrucción del mundo, de un nuevo orden social, que superase el feudalismo medieval y el pensamiento escolástico que impregnaba todos los estratos de la sociedad del llamado Antiguo Régimen. Sin embargo, pronto concurrieron a las Logias todo tipo de pensadores, y en el continente, donde la Francmasonería experimentó las más profundas transformaciones, vemos enfrentarse diversas tendencias: por un lado una francmasonería tradicional, católica y jacobita, representada por los grados de la Masonería Capitular Escocesa o de San Andrés y la Orden de la Estricta Observancia; a partir de los años 70, una Masonería revolucionaria y progresista, que en Alemania actuaba a través de la Orden de los Iluminati o Iluminados de Baviera, y una Masonería Esotérica, en la que circulaban ideas herméticas y alquímicas, como la Masonería Científica vienesa de la Logia la Verdadera Concordia o la Masonería del Rito Egipcio del Conde de Cagliostro.

Pero remontémonos al origen. La Francmasonería anterior al año 1717 tiene poca importancia a los efectos que hemos expuesto, a saber, la difusión de las ideas de la Ilustración en Europa, salvo el curioso dato del paso de una Masonería operativa a otra filosófica o especulativa, que ya tuvo lugar en el siglo XVII. Sin embargo, el impresionante despliegue de logias por toda Europa y América, comienza a partir del año 1717. En este año, cuatro Logias londinenses, la Logia de San Pablo nº 1, en la Posada del Ganso, la Logia de la Posada de la Corona nº 2, la Logia de la Posada del Manzano nº 3 y la Logia de la Posada del Romano nº 4, se agrupan para formar la primera Gran Logia, con un Gran Maestro, Jorge Payne, y unos años más tarde, en 1723, se otorgan una Constitución, las famosas Constituciones de Anderson. Se trataba de la primera federación de logias, que crecerá sorprendentemente en pocos años no solo en Inglaterra y Escocia, sino por toda Europa.

Las Logias que recibieron patente de la Gran Logia de Inglaterra, ofrecían la iniciación en los tres grados llamados de San Juan: aprendiz, compañero y maestro. Así fue hasta finales de los años 30 y principios de los 40. Francia, en el año 1737, el Caballero Ramsay da su famoso discurso, en el que justifica la introducción de nuevos grados, los grados de la Francmasonería Capitular de San Andrés, inspirados en la Orden de los Templarios. Ramsay era partidario de la causa de los Estuardo, que habían perdido el trono de Inglaterra y Escocia a principios del siglo XVIII. Los Estuardo eran católicos, y recibieron el apoyo de Roma para su causa. En parte del discurso de Ramsay se habla de la causa de los Estuardo, una causa que es apoyada por la Iglesia católica, frente a la Inglaterra de los Hannover:
“Desde la época de las guerras santas en Palestina, muchos príncipes, señores y ciudadanos se unieron, hicieron voto de restablecer los templos de los cristianos en Tierra santa y, por medio de un juramento, se comprometieron a emplear sus talentos y sus bienes para devolver la arquitectura a su constitución primitiva. Adaptaron de común acuerdo varios antiguos signos, palabras simbólicas tomadas del fondo de la religión, para diferenciarse de los infieles y reconocerse con respecto a los Sarracenos. Estos signos y estas palabras sólo se comunicaban a los que prometían solemnemente, incluso con frecuencia a los pies del altar, no revelarlos nunca. Esta promesa sagrada ya no era entonces un juramento execrable, como se cuenta, sino un vínculo respetable para unir a los hombres de todas las naciones en una misma confraternidad. Tiempo después, nuestra Orden se unió íntimamente con los caballeros de San Juan de Jerusalén. Desde entonces nuestras logias llevaron el nombre de las logias de San Juan en todos los países… Los reyes, los príncipes y los señores, regresando de Palestina a sus países, establecieron diferentes logias. Desde la época de las últimas cruzadas ya se observa la fundación de muchas de ellas en Alemania, Italia, España, Francia y de allí en Escocia, a causa de la íntima alianza que hubo entonces entre estas dos naciones. Jacobo Lord Estuardo de Escocia fue Gran Maestro de una logia que se estableció en Kilwinning en el oeste de Escocia en el año 1286, poco tiempo después de la muerte de Alejandro III rey de Escocia, y un año antes de que Jean Baliol subiera al trono. Este señor escocés inició en su logia a los condes de Gloucester y de Ulster, señores inglés e irlandés.”
El partido de los Estuardo se llamará Jacobita. Ramsay era un jacobita militante, y con su discurso intentó dar un giro a la Francmasonería de San Juan, justificando la introducción de nuevos grados en la Orden. Por otra parte, en el año 1738 el Papa de Roma lanza una bula de excomunión contra todos los francmasones, que llevaba por título “In eminenti apostolatus specula”. Esta bula no afectó en muchos países, donde se cuestionaba el poder papal. Sin embargo, muchos caballeros de la Orden de San Juan de Malta fueron expulsados por pertenecer a la Francmasonería. Estos encontraron refugio en la nueva Masonería Capitular Escocesa o de San Andrés, creada en estos tiempos, que contenía los siguientes nueve grados: aprendiz, compañero, maestro, maestro perfecto o arquitecto irlandés, maestro elegido, aprendiz-compañero, maestro escocés y caballero de Oriente. A estos grados y sus ritos se les denominó la Orden de la Estricta Observancia. Esto tuvo lugar primero en Francia y luego en Alemania. Donde, en el año 1737, el Príncipe Federico, futuro Rey de Prusia con el nombre Federico II el Grande, era iniciado en la Francmasonería.

Pero el siglo XVIII está plagado de personajes enigmáticos, muchos de ellos místicos y espirituales de la época, que encontraron una gran acogida en las Logias. En estas asociaciones o clubes, se encontraban príncipes, señores feudales, con burgueses, comerciantes, filósofos de los que muchos señores feudales eran mecenas, artistas, músicos en su mayoría considerados sirvientes de los señores feudales, con la particularidad que los órdenes sociales se había invertido, una nueva aristocracia que no era de sangre se erigía por un rato en la gobernadora de la Logia, donde el orden social podía verse perfectamente subvertido, un juego en el que se daba un cambio de roles por un rato. Este pasatiempo al que se apuntaban algunos de los aburridos aristócratas, cansados de los rigores de la Corte, costó muy caro a la aristocracia de sangre del Antiguo Régimen.

Algunos de estos personajes fueron, por ejemplo: Joachim Martínez Pasqually o simplemente Martínez de Pasqually, mago y teósofo francés, que en su “El Tratado de la Reintegración de los Seres a sus originales virtudes, poderes y cualidades”, propone la necesidad de reintegración del ser humano caído. Además, fundo en 1754 el Rito místico de los Elús Cohen o Sacerdotes Elegidos del Universo. Orden a la que pertenecieron, otros dos importantes personajes, muy vinculados con la Estricta Observancia: Jean Baptiste Willermoz y Louis Claude de Saint-Martin, este último, padre de la Orden de los Martinistas.

En el año 1776, Adam Weishaupt funda la Orden de los Iluminados de Baviera, en Ingolstadt, bastión bávaro de los Jesuitas, junto con el Barón Adolf von Knigge. En el programa de reforma social de los Iluminati se encuentra la abolición de la monarquía, así como la abolición de la Iglesia. Esta Orden se opone frontalmente a la Orden de la Estricta Observancia, católica y templaria. Esta Masonería progresista y revolucionaria inspirará a los Clubs Jacobinos, los Clubs revolucionarios que dirigieron la Revolución Francesa de 1789, y que se agruparon de manera muy similar a la Francmasonería. Tenemos pues una Francmasonería revolucionaria y jacobina, que aterrorizará a muchas casas reinantes, como la Austríaca, que en el año 1795 prohibirá en todo el Imperio las sociedades secretas.

Todas estas órdenes nacen en el seno de la Francmasonería, son francmasones los que las fundan y quienes las integran, crean sus propias Logias, que finalmente acaban integrándose en la Gran Logia de Francia, o en el Gran Oriente francés. Por cierto, que la polémica entre los grados de la Masonería Escocesa, provocó la formación de un Soberano Consejo de Emperadores de Oriente, que se erigió en el gobernante de la Gran Logia de Francia, lo que terminó por crear una escisión en el seno de la Francmasonería francesa, por lo que se crearon dos Grandes Logias en Francia. Finalmente, se impuso una de ellas, y la mayoría de las Logias de la otra se sometieron a la Gran Logia de Francia, que pasó a denominarse el Gran Oriente.

Por último, tenemos una tendencia, más próxima a los progresistas Iluminati que a la Estricta Observancia, que se preguntará por el secreto de la Francmasonería, que en aquella época de intrigas parecía haberse desdibujado, dado que muchas eran las razones que estimulaban a los francmasones a formar parte de las Logias, pero no muchos comprendían los misterios y secretos que se ocultaban bajo los símbolos tan característicos de la Obra.

En el año 1731, el abate Jean Terrasson publica en Francia, la novela “Sethos, histoire, ou Vie tirée des monumens, anecdotes de l'ancienne Égypte, traduite d'un manuscrit grec.” En esta obra se habla de una orden de sacerdotes egipcios, bajo la tutela de la diosa Isis, que estaba en posesión de una ciencia secreta, y que tenían una “Academia de Menfis”, creada por el Rey Menes, el mítico fundador del Reino de Egipto, esta Academia estaba formada por una Escuela de Medicina fundada por Asclepio, y una Escuela de Filosofía Natural fundada por Mercurio (Hermes Trismegisto). Terrasson era un adepto de las doctrinas paracelsistas, que no olvidemos, estuvieron muy en boga en los siglos XVI y XVII, y que igualmente inspiraron al movimiento Rosacruz.

A finales del siglo XVIII, vemos aparecer al controvertido personaje que se hacía llamar: Conde Alejandro de Cagliostro. Nuestro personaje fue el gran difusor del llamado Rito Egipcio. En al año 1780 lo encontramos en Estrasburgo, bajo la protección del Príncipe-cardenal de Rohan, Gran Limosnero de la Corte de Versalles, que le abrirá las puertas de París. Cagliostro advierte que su llegada a París está condicionada a la sumisión de los Filaletes, importante Logia parisina vinculada a la Orden de la Estricta Observancia y a la destrucción de su importante Biblioteca. Su intención es substituir el Rito de la Estricta Observancia, el rito templario religioso y tradicional por excelencia, por el nuevo Rito Egipcio, mucho más científico. En Estrasburgo construye en los jardines de una familia aristocrática fiel al Cardenal de Rohan, un pequeño edificio, inspirado en las leyendas rosacruces y alquímicas del siglo XVII, para llevar a cabo el proceso de “transfiguración” o metamorfosis, que tenía por objeto otorgar la inmortalidad.

En Viena, durante los años ochenta, había un clima de cierta tolerancia para los Francmasones, lo que permitió un despliegue bastante amplio de la Orden, que inicialmente dependía de la Gran Logia de Alemanía, con sede en Berlín, y donde se practicaban, básicamente, los tres grados de San Juan. Sin embargo, en esta época comienzan a difundirse las revolucionarias doctrinas antimonárquicas y anticlericales de la Orden de los Iluminados de Baviera.

La Logia vienesa La Verdadera Concordia, estaba presidida por Ignaz von Born, un francmasón progresista, cabeza de los Iluminati en Viena, que además estaba muy interesado en los antiguos Misterios egipcios. La personalidad de von Born es muy interesante, estudioso de la metalurgia y la mineralogía, fue el restaurador del Museo Imperial de Historia Natural en Viena. Se atribuye a von Born la utilización de la amalgama con mercurio para la extracción de metales, técnica que explica en una obra publicada en 1786. Conocedor de los minerales y los metales, seguramente tuvo conocimientos de alquimia, pues en aquella época la química moderna todavía no se había establecido como ciencia empírica. En el año 1784 Ignaz von Born publica en el Journal für Freimaurer el artículo “Los Misterios de los egipcios”, alentando la idea de un secreto arcano guardado por la orden sacerdotal de los egipcios, de la cual es heredera la Francmasonería.

Un año más tarde, en 1785, un hermano de la Logia La Verdadera Concordia, Anton Kreil, leyó una plancha titulada: “Sobre la ciencia de los Masones”, también publicada en el Journal für Freimaurer. Kreil se preguntaba sobre la existencia de una Masonería científica, frente a la Masonería religiosa. Planteaba la existencia de un “secreto” escondido entre los símbolos o “jeroglíficos” de los tres grados de San Juan, un secreto que se habría conservado a lo largo de los siglos, y que tendría su origen en los cultos egipcios, de lo que él denomina la orden de sacerdotes egipcios.

Estas especulaciones alquímicas de la Francmasonería científica, respecto a Egipto y sus iniciaciones bajo las pirámides y en cuevas, venían a ser una recreación de la concepción de la Naturaleza de la mentalidad clasicista e ilustrada, que luego inspiraría a los filósofos idealistas de la Naturphilosophie o a los artistas románticos del Sturm und Drang, tras la ruptura con las reglas y cánones excesivamente racionalistas del último clasicismo. La realidad es que la Ilustración hacía suya la idea monista de Spinoza: “Deus sive Natura”, la Naturaleza es una misma y única sustancia divina e infinita. Muchos Ilustrados adoptan esta idea panteísta de la Naturaleza como una Dea Panthea. Isis será la única divinidad, la propia Naturaleza. Para Goethe es una diosa dormida, que nos contiene y en cuyo seno vivimos, sin desvelar su secreto. Diosa polimastia y velada, dadora de bienes, Madre universal. Esta doctrina espinozista entra en clara contradicción con la idea del Dios Intelecto de los Escolásticos medievales, que todavía predicaba la Iglesia.

La Verdadera Concordia, con su venerable Ignaz von Born al frente, realizó un nuevo intento de descubrir el secreto conservado en la Francmasonería, y que la Orden había rescatado de la noche de los tiempos, en particular del antiguo Egipto. Esta línea inspiró a muchos artistas, filósofos y románticas, como fueron Mozart y Schikaneder, autores de la ópera “La flauta mágica”, a Goethe y su teoría sobre la Naturaleza, a algunos idealistas alemanes, que pasaron por la Universidad de Jena, donde se encontraba Karl Leonhard Reinhold, profesor de filosofía y antiguo miembro de la Logia la Verdadera Concordia de Viena, compañero de von Born.


Juan Almirall


CRONOLOGÍA DE LA FRANCMASONERIA EN EL SIGLO XVIII

1710 Brüderschaft des Ordens des Gülden und Rosen-Creutzes o Rosacruces de Oro: fundada por Sincerus Renatus (Samuel Richter).
1717 Fundación en Londres de la Gran Logia de Inglaterra, un grupo de cuatro logias londinenses se federan, nombran al primer Gran Maestro, que será Jorge Payne.
1722 "Imperator Fraternitatis Rosae et Aureae Crucis", Friedrich Stein en Utrecht, Johann Carl von Fridau y Abraham von Brün en Hamburgo, Tobías Schulze en Amsterdam.
1723 El teólogo James Anderson publica las Constituciones de la Francmasonería.
1730 Fundación de la Gran Logia de Dublín.
1731 El abat Jean Terrasson publica la novela “Séthos”. El príncipe y futuro Emperador de Austria, Francisco I es iniciado en la Francmasonería, su esposa, María Teresa no tenía simpatía por la Orden.
1736 Fundación de la Gran Logia de Escocia.
1737 Discursos del caballero Ramsay en París, habla de Ceres de Eleusis y de la Isis egipcia, y de los vínculos de la Orden de los Francmasones con los Caballeros Templarios, en estos discursos se inspiraron los altos grados de la Masonería Escocesa. L.C. Orvius informa sobre una sociedad de Rosacruces que se habría establecido en 1622 en Amsterdam. Sus estatutos coinciden con aquellos de Sincerus Renatus.
1738 El príncipe prusiano Federico, futuro Federico II el Grande, es iniciado en la Francmasonería. El papa Clemente XII lanza su bula de excomunión a los francmasones: In eminenti apostolatus specula. Muchos caballeros de la Orden de San Juan de Malta son expulsados, en Francia se difundirán los nuevos grados de la Masonería Capitular Templaria, a la que accederán los caballeros católicos expulsados. Revisión de los estatutos de la Orden de des Gülden und Rosen-Creutzes. I.W.R.:Testamento de la Fratres Aureae vel Rosae del año 1580.
1740 Federico es coronado Rey de Prusia, y dirige una Logia en su palacio de Charlottensbourg, y funda la Logia de los Tres Globos de Berlín, que se convertirá en la Gran Logia madre de Alemania.
1744 La Logia de los Tres Globos de Berlín comienza a introducir cambios para adaptar los ritos a los nuevos altos grados. Hasta entonces, las logias solo contaban con los tres grados de San Juan: aprendiz, compañero y maestro.
1745 Francisco I de Habsburg es coronado Emperador, protegió a la Francmasonería y se interesó por la Alquimia.
1747 Sociedad de la Cruz de Oro y Rosas y herederos del Caballero del Toison de Oro, Hermann Fictuld.
1753 Jean Baptiste Willermoz entra en la Logia de la Perfecta Amistad, los Filaletes.
1754 Formación del Capitulo de Clermont de altos grados escoceses, basados en la caballería templaria. Martinez de Pasqually crea la Orden de los Elus Cohen, a la que pertenecieron Jean Baptiste Willermoz y Luis Claude de Saint-Martin (1765).
1755 Se forma la Gran Logia de Francia, la antigua Gran Logia, llamada simplemente así, adopta su nuevo nombre y un nuevo código.
1756 Se forma el primer Capítulo regular de altos grados, que toma el nombre Capítulo de Caballeros de Oriente, formado por los príncipes soberanos de la Orden, en Francia.
1757 Refundación de la Orden de la Cruz de Oro y Rosas, Hermann Fictuld, Praga, Ratisbona, Francfort.
1758 Se forma un nuevo Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente de la Gran Logia de Francia. Se crean los grados del Arca Real en Inglaterra y de la Rosacruz en Francia.
1763 Tabella pro concordia Fratrum Roseae et Aureae Crucis. Supresión y prohibición del movimiento de los Rosacruces en Praga.
1765 Muere el Emperador José I de Austria y le sucede su esposa María Teresa, la Francmasonería actuará en la clandestinidad.
1767 Se crea una segunda Gran Logia de Francia. Sistema Clerical de la Orden del Templo: Joh. August Starck.
1772 Muere en Londres Emanuel Swedenborg.
1773 La Gran Logia de Francia pasa a llamarse el Gran Oriente de Francia y comienza la guerra contra la antigua Gran Logia de Francia, que declara al Gran Oriente ilegal. La Logia de los Amigos reunidos introduce el Rito de los Filaletes o buscadores de la Verdad.
1775 Comienza la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, con George Washington, francmasón, a la cabeza. El Gran Oriente de Francia incorpora a la Orden de la Estricta Observancia.
1776 Adam Weishaupt (1748-1830) funda la Orden de los Iluminados de Baviera, en Ingolstadt, bastión bávaro de los Jesuitas, junto con el Barón Adolf von Knigge (1752-1796).
1777 Revisión de la Orden de los Hermanos de la Rosacruz de Oro. Capítulos provinciales de la Estricta Observancia. Rosacruces de la Cruz de Oro y Rosas en Polonia: L. de Toux de Salverte, August Moszynski.
1778 Mesmer se instala en París, hasta el año 1785. Se constituye un Capítulo de Rosacruces en la Logia de la Sinceridad de los Corazones de Montpellier. Voltaire es introducido por Franklin en la Logia de las 9 Hermanas de París. Rosacruces en Rusia: Nicolaj Novikov, A.M. Kutuzov, I.V. Lopuchin. Martinistas Rusos.
1780 Cagliostro con el Príncipe Cardenal de Rohan en Estrasburgo, Gran Limosnero de la Corte de Versalles
1781 Se publica la “Crítica de la Razón Pura” de Kant. Federico Guillermo de Prusia (futuro rey de Prusia tras la muerte de Federico el Grande, su hermano), entra en la Orden de la Rosacruz de Wöllner.
1782 Cagliostro funda en Londres la Logia “la Sabiduría Triunfante”, Logia madre del Rito Egipcio. Johann Christoff Wöllner, Johann Rudolph von Bischoffwerder y Federico Guillermo de Prusia dirigen la Orden Rosacruz prusiana. Hans Henri von Ecker funda La Orden de los Hermanos Asiáticos o de los Hermanos de San Juan Evangelista de Asia.
1783 Tratado de Versalles, reconoce la independencia de los Estados Unidos. Jean Cladude de Saint Martin escribe la obra “Errores y Verdades” para la Logia de los Amigos reunidos de París, formaba parte de los Filósofos desconocidos dentro del Rito de los Filaletes, era discípulo de Martinez de Pascalli y admirador de Jacob Boehme, introduce un Rito de diez grados en la Estricta Observancia, lo que más tarde se denominó Martinismo. Misiva a la muy iluminada Fraternidad de la Orden de la Cruz de Oro y Rosas. Lux in Cruce: primera bibliografía extensa de los Rosacruces.
1784 Mozart entra en la Logia La Beneficencia (Zur Wohltätigkeit). I. von Born, Gran Maestro de la Logia la Verdadera Concordia de Viena, publica en el Journal für Freimaurer el artículo “Los Misterios de los egipcios”. El Conde de Cagliostro difunde el Rito de la Masonería Egipcia en Francia. Se suprime la Orden de los Iluminati de Baviera.
1785 El Emperador José II de Austria obliga a reducir las logias masónicas a tres en cada ciudad del Imperio. En Viene quedarán la Logia “La Verdad” (que incluía en su seno a la Logia “La verdadera Concordia” donde había sido Venerable Ignaz von Born y contaba con el joven filósofo iluminado Carl Leonhard Reinhold) y “La nueva Esperanza coronada”, que incluía la Logia “La Beneficencia” de Mozart. En este año Anton Kreil, filósofo y filólogo de lenguas antiguas dio varias conferencias: “Sobre la masonería científica”, sobre los pitagóricos, neoplatónicos y los Misterios de Eleusis. En enero Cagliostro se instala en París. En agosto tiene lugar el escándalo del collar de perlas de la Reina María Antonieta, que salpica al Cardenal de Rohan y al Conde de Cagliostro. Mesmer abandona París tras la crítica científica a su teoría del magnetismo animal. Primera edición de las Figuras Secretas de los Rosacruces de los siglos XVI y XVII, en Hamburgo.
1786 Muere Federico II de Prusia y le sucede su hermano Federico Guillermo II, rey rosicruciano, influenciado por el místico y fanático rosacruz Wöllner.
1787 Cagliostro es expulsado de Francia.
1788 El caballero Luis de Aquino funda el Rito de Misraim, en Nápoles. Se publica la “Crítica de la Razón Práctica” de Kant. Karl von Eckartshausen forma su círculo místico y alquímico.
1789 Reunión de los Estados Generales en Versalles. Creación del Club de los Jacobinos en París. El 14 de julio toma de la Bastilla.
1790 Se estrena la ópera de Schikaneder “La piedra de los filósofos”, inspirada en los relatos de Wieland, se publica en la colección “Dshinnstan” de Wieland el cuento de A.J. Liebeskind: “Lulú o la flauta mágica”. Se publica la “Crítica del Juicio” de Kant y “La metamorfosis de las plantas” de Goethe. Proceso contra Cagliostro en Roma.
1791 Mozart escribe “La flauta mágica” y el “Requiem en re menor” entre otras. El 30 de septiembre se estrena en Viena “La flauta mágica” con Mozart como director. El 5 de diciembre muere Mozart en Viena.
1793 Decapitación de Luis XVI y María Antonienta. Comienzo del Reinado del Terror, con Robespierre, que dura hasta su decapitación en 1794.
1794 Societies Rosae Crucis en la Isla Mauricio, el Dr. Sigismund Bacstrom es admitido en la Orden por el Conde de Chazal.
1795 Se prohíben las sociedades secretas en el Imperio Austríaco. Cagliostro muere en el Castillo de Urbino.
1797 Muere el Rey de Prusia Federico Guillermo II, ardiente Rosacruz.
1798 Inicio de la campaña de Napoleón a Egipto.
1799 Napoleón Bonaparte en el poder.

HISTORIA DE LA FRANCMASONERIA Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL (PARTE I)

En los próximos artículos nos gustaría intentar dar respuesta a la pregunta siguiente: ¿Cómo es posible que de la cosmovisión del siglo XVII, todavía muy influenciada por el pensamiento mágico del Renacimiento, la humanidad pasara a la cosmovisión realista y materialista del siglo XIX? Sin duda, esta pregunta tiene muchas posibles respuestas. Pero nosotros queremos intentar introducir un elemento más al debate, que a menudo pasa desapercibido, dado que es un elemento extraño, no suficientemente estudiado, porque presenta evidentes dificultades. Este elemento no es otra cosa que la Francmasonería del Siglo de las Luces, y su influencia en la Ilustración.

Nos parece que una propuesta de dar respuesta a nuestra pregunta que no contemple este fenómeno histórico, sus motivos e intenciones, siempre será una respuesta incompleta. Dado que, el siglo XVIII es el siglo de la Francmasonería, es el siglo donde esta institución jugará un papel decisivo en la historia de la humanidad, y si bien, siguió teniendo una gran influencia en siglos posteriores, en nuestra opinión, la importancia que tuvo la Hermandad de Francmasones, como un canal de difusión de nuevas ideas, no es comparable, con el rol que jugó en los siglos siguientes. Pues en el siglo XVIII las grandes ideas que desplazaron el pensamiento de la humanidad, desde las doctrinas medievales escolásticas hacia una revolución científica y social, que determina el mundo moderno, todas ellas, circularon por las logias de la Hermandad.

El siglo XVII es el siglo de los grandes filósofos y científicos que trabajan de forma individual. Descartes, Leibniz, Hume, y sobre todo Spinoza en el campo de la ciencia: Kepler, Galileo, Newton. El paradigma cosmológico ha cambiado, el mundo ya no es como lo concebían los medievales, la revolución científica está en marcha. Muchos príncipes ilustrados alemanes invitan a sus cortes a los filósofos y científicos copernicanos. El sol está en el centro del Universo, aunque esta es una idea de los sabios y eruditos europeos, todavía no ha sido asumida por la mayoría. Esta será la tarea de la Ilustración.

A principios del siglo XVII, concretamente en el año 1614, se publica en Alemania, en la imprenta del Landgrave de Kassel-Hesse, un príncipe protestante, una obra singular: la Fama Fraternitatis de la Orden Rosacruz. En esta obra los sabios de una Orden legendaria hacen una llamada a todos los científicos y filósofos de Europa, para unirse, agrupándose en una sociedad universal y compartir sus conocimientos. Esta será una invitación que no dejará indiferente a ningún filósofo europeo. Cuatrocientas respuestas dieron los eruditos de toda Europa a la Fama de los Rosacruces, unas positivas y otras negativas. Europa estaba dividida.

Cuatro años más tarde, en 1618, comienza la Guerra de los Treinta Años, que enfrenta a la muy católica Casa Imperial de los Habsburgo contra los Estados alemanes reformados, que además habían sido más receptivos a la llamada de la Orden Rosacruz. El Palatinado del Rin, con su magnífica capital Heidelberg, Kassel-Hesse, Württemberg. Sin embargo, no encontramos realmente en todo el siglo XVII testimonio de ninguna Sociedad u Orden Rosacruz, que así se denominara. Lo que sí que se dieron fueron algunos círculos de filósofos y científicos, que se unieron bajo la forma de sociedades, bien místico-cristianas, como la Sociedad Macaria de Comenius y Hartlib, bien de científicos, como el Invissible College de Robert Boyle y otros, que pasaría a ser la Royal Society, todas ellas respondiendo a la llamada de los Rosacruces.

En Inglaterra y Escocia, donde la Guerra de los Treinta Años no había penetrado, los científicos inspirados por la Fama encontraron un lugar pacífico y adecuado para asociarse, y algunos de ellos entraron a formar parte de las antiguas cofradías de constructores de catedrales, en aquel momento poco “operativas”, pero que seguían conservando ciertos ritos de iniciación y símbolos corporativos, en lo que se llamaban las Logias. Existen pocos testimonios de ello, pero tal vez el más importante sea el caso de Elias Ashmole, político, anticuario y alquimista británico, que testimonia en su diario la pertenencia a una Logia de Warrington en el Condado de Lancashire. Ashmole también había publicado una respuesta a la noble Orden de la Rosacruz, en la que pedía su ingreso.

A grandes rasgos, las ideas que se propagaban en esta época, eran básicamente las siguientes: la negación cartesiana de la existencia de fuerzas invisibles en la Naturaleza, idea demoledora para el pensamiento mágico del Renacimiento, la cosmología heliocentrista de Copérnico, reelaborada por Kepler y Galileo, el paradigma matemático de una ley física universal formulada matemáticamente, las ideas infinitistas de Giordano Bruno recogidas por Spinoza, y su doctrina monista de una única sustancia: la Naturaleza con atributos divinos, y la necesidad de formar sociedades científicas, y comunidades reformistas de todos los ámbitos sociales, en el campo de la educación con Comenius, y también en lo social. En el campo de la religión la Reforma protestante ya se había producido.

Todas estas ideas son propagadas en el siglo XVII principalmente por individuos, y con el terrible problema de una guerra que está desolando Europa, mermando todo el capital humano. Tras la Guerra de los Treinta Años, a mediados de siglo, Europa renacerá de sus cenizas. Y será gracias a la Ilustración que estas ideas se propagarán, ya no de forma individual, sino por todo el pueblo, gracias a los ideales morales y pedagógicos de los ilustrados del siglo XVIII, educar a la masa será el principal objetivo de estos reformistas en el campo de lo social. Cien años llevará a los ilustrados desmantelar el feudalismo y sus supersticiones, que sumían en la miseria cultural a la gran masa.

En esta tarea de educación de la masa, juega un papel definitivo, tal como veremos, la Hermandad Universal de los Francmasones. Filósofos, científicos, artistas, mentes ilustradas, se darán cita en una Sociedad Universal, y propagarán por sus venas sus ideales de profunda reforma de la sociedad, la cultura y todos los campos del saber.

Juan Almirall

martes, 8 de diciembre de 2009

Comentario: "Jewish Gnosis and Mandean Gnosticism: Some Reflections on the Writing Brontè" de G. Quispel

LES TEXTES DE NAG HAMMADI Colloque du Centre d'Histoire des Religions (Strasbourg, 23-25 octobre 1974), édité par JACQUES-É. MÉNARD, VOL. VII, Leiden, E. J. Brill, 1975, GILLES QUISPEL, “Jewish Gnosis and Mandean Gnosticism: Some Reflections on the Writing Brontè”, pp. 82 – 122.

G. Quispel, el gran estudioso holandés de los textos de Nag Hammadi, dedica este artículo al texto “El trueno, El Noûs perfecto” de la colección de textos de Nag Hammadi (VI, pp. 13 – 21). El nombre “tebrontè” o mejor “nebrontè” del tratado, tal como también se podría leer, coincide con el nombre de la divinidad femenina de la que hablan mandeos y maniqueos. En este texto, Sofía se introduce a sí misma, como el principio y el fin, como la prostituta y la santa. No se trata de un texto cristiano, ni tampoco tipicamente gnóstico. Se trata de un texto judío, del más puro estilo sapiencial, tal como justifica Quispel.

En el texto, la Sabiduría aparece como la esposa del Dios de Israel, y la madre y protectora de los sabios. El estilo de la obra está fuertemente influenciado por la aretalogía de Isis, al igual que el libro de la Sabiduría que forma parte del canon griego del Antiguo Testamento. Esto le permite al autor establecer ciertas semejanzas entre la diosa egipcia Isis y la Sabiduría de los sabios de Isreal, en este caso, los sabios pertenecientes a la Diáspora de Alejandría. En estas obras alejandrinas la Sabiduría aparece como una hipóstasis, que unas veces juega ante su Señor (Prov. 8: 22 – 31), o que dispone de una casa con siete columnas (Prov. 9: 1). Esta hipóstasis de la Sabiduría la vincula con la divinidad femenina de los mandeos: Rûhâ dQudsa, y le permite reconstruir una tradición judía, rechazada por los talmudistas, en la que Dios tenía su esposa: Sofía, tal como testimonia Filón de Alejandría. Existía en Samaría un culto a la esposa divina de Dios, Anat Jahu, también documentado en Egipto. El nombre que los griegos daban a Jahu era el de Iao, nombre citado a menudo en textos gnósticos y papiros de magia.
Una cuestión que preocupa al autor sobre manera es la relativa a la prostitución de Sofía, de la cual solo se pueden encontrar antecedentes en las diosas sirias y caldeas, Ishtar y Astarté, así como en los mitos sincréticos helenísticos, que identificaban a Sofía con Helena de Troya. Esto acerca a la Sofía judía al concepto gnóstico de Sofía, el eón caído, que tan bien se representaba en la gnosis pre-cristiana de Simón el Mago.
Este artículo nos introduce en los antecedentes que permitieron la construcción del mito en torno a la hipóstasis gnóstica de Sofía, un eón caído, por culpa de su deseo de procreación al margen del orden al que pertenecía, en definitiva, como una prostituta divina, de la cual se encuentran algunos antecedentes en las antiguas religiones de Oriente medio. Pero tal vez lo más inquietante del tema sean esos extraños vínculos sincréticos entre la Sabiduría de ciertas corrientes judías, la Isis greco-egipcia y el eón Sofía de los gnósticos, cuyo lugar de encuentro es sin duda Alejandría.

Juan Almirall

domingo, 6 de diciembre de 2009

PABLO: ENTRE LA SABIDURÍA Y LA GNOSIS

"Hablamos, sin embargo, de sabiduría entre los perfectos (teleíois), sabiduría que no es de éste Eón (toû aiônos), ni de los Arcontes de este Eón (tôn arjóntôn toû aiônos), llamados a la desaparición; sino que hablamos de la sabiduría de Dios (theoû sofían) en misterio (en mystêríô), la escondida, que predestinó (proôrisen) Dios antes de los Eones (prò tôn aiônôn) para nuestra gloria, que ninguno de los Arcontes de este Eón (tôn arjóntôn toû aiônos) conoció (égnôken);", este fragmento no procede de ningún códice de Nag Hammadi, como se podría pensar, sino que es una traducción literal del griego de la primera Epístola de Pablo a los Corintios (1 Cor. 2: 6-8). Sorprendente ¿no es cierto? El lenguaje del Apóstol es completamente gnóstico. El problema, sin duda, son las traducciones. Examinemos por ejemplo la popular versión de Nacar y Colunga: "Hablamos, sin embargo, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este siglo, ni de los principios de este siglo, abocados a la destrucción, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria; que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo;" Esta claro, que en las versiones del Nuevo Testamento al uso, el lenguaje, completamente gnóstico de Pablo, queda totalmente enmascarado. ¿Porqué en las traducciones de los textos de Nag Hammadi se conservan las palabras griegas como Eones y Arcontes, y en las versiones más populares del Nuevo Testamento se traducen de forma tan arbitraria y traicionera?


Nuestra intención en este artículo no es dar respuesta a dicha pregunta, sobre el particular que cada cual saque sus propias conclusiones, aunque nosotros recomendamos que junto al Nuevo Testamento que Uds. acostubren a leer, como la versión de Nacar y Colunga (que es estupenda, sin duda), utilicen el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva, de la Editorial Evangélica Clie. Con seguridad, su lectura del Nuevo Testamento cambiará de forma asombrosa, como nos ha pasado a nosotros, repasando en la obra de Lacueva, las Epístolas del Apóstol Pablo.

La intención de este artículo es mostrar como el Apóstol de los gentiles se encuentra en el centro de dos importantes tradiciones: la tradición sapiencial, obviamente del judaísmo, y la tradición gnóstico cristiana valentiniana.

Existe una gnosis pre cristiana, y esto lo reconocen todos los especialistas, comenzando por el Dr. Josep Montserrat. Lo que no nos aclaran demasiado es de dónde procede esta gnosis pre cristiana. Fue el Dr. Quispel quien, en un artículo sobre el tratado "tebronte" de la Biblioteca de Nag Hammadi, ya advertía los grandes parecidos que se encontraban entre las obras sapienciales alejandrinas y las aretalogías de Isis. El tratado citado es una de esas obras gnósticas que puede considerarse más judía que cristiana. Su protagonista es la Sabiduría: "yo soy la primera y la última, la honorable y la despreciable, la prostituta la respetable, la esposa y la virgen, la madre y la hija, los miembros de mi madre, la estéril y la que tiene muchos hijos..." Esta obra se expresa en la línea de las últimas manifestaciones de la tradición sapiencial judía, como son: el libro de la Sabiduría y el Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sirac (Eclesiástico), ambas obras escritas en griego, durante el siglo I a.C., en Alejandría. En estas obras, la Sabiduría aparece totalmente personificada, como el Eón Sofía de los gnósticos, y se dice de ella: "Proclama su buen nacimiento al convivir con Dios, y el que es dueño de todo la amó. Pues está iniciada en la ciencia de Dios" (Sab. 8: 3-4).

La Sabiduría incluso aparece como Espíritu de Dios, siempre con carácter femenino, como compañera, esposa y amante de Dios, conocedora e iniciadora en sus misterios. Y sobre todo reveladora de la verdadera Gnosis: "fue quien me dio la Gnosis auténtica de los seres para saber la trabazón del mundo y la actividad de los elementos; el comienzo, el final y el medio de los tiempos, las alteraciones de los solsticios y los cambios de estación, los ciclos del año las posiciones de los astros, la naturaleza de los animales y la bravura de las fieras, la violencia de los espíritus y los razonamientos de los hombres, las variedades de plantas y las virtualidades de las raíces; todo lo que existe, oculto o manifiesto lo conocí" (Sab. 7: 17-21). Los Sabios de Israel conocían ya una Gnosis, una Gnosis a la que llamaban Sabiduría, y que era revelada por el Espíritu Divino.

A esto mismo se refiere Pablo en sus epístolas; Pablo escribe dentro de la tradición sapiencial de Israel, que él, como fariseo que era, conocía perfectamente. Los Fariseos formaban una Escuela de pensamiento rabínica. Muchos de sus miembros eran considerados Sabios de Israel. Los Fariseos eran Rabinos, Maestros de Sabiduría e Interpretes de la Ley. Y Pablo, si bien, no parece haberse confirmado, tal vez por edad, como Rabino o Maestro Fariseo, sí que es cierto, que se presentaba en las Sinagogas de la Diáspora y ante el Sanedrín como Fariseo convencido: "Hermanos, yo soy fariseo e hijo de fariseos. Por la esperanza en la resurrección de los muertos soy ahora juzgado" (Hech. 23: 6). La Escuela Farisea, que contaba con importantes miembros en el alto tribunal del Sanedrín, en el siglo I de nuestra era, creía en la resurrección de los muertos y la vida más allá, de hecho, el Cristianismo, sólo podía darse en el contexto de la filosofía de los Maestros Fariseos, muchos de los cuales eran considerados Sabios, es decir, detentadores de una Gnosis. Esta Gnosis permitía conocer cosas como la naturaleza, los movimientos de los astros, los animales y las plantas, etc. La diferencia entre los Sabios de Israel, a los que seguirán los Gnósticos valentinianos, respecto de los Filósofos Peripatéticos de Alejandría, es que, mientras éstos últimos extraían su Gnosis de la "contemplación" de la Naturaleza, como había enseñado en su obra el gran Aristóteles, los Sabios de Israel, en Alejandría, alcanzaban el mismo conocimiento pero por medio de la "Revelación" directa del Espíritu de Sabiduría, procedente de Dios, el Creador del Cosmos.

En Pablo no hay una idea clara de Trinidad, está por un lado Dios Padre, y el Hijo, que es también Espíritu, cuando se revela a las Iglesias (Ekklêsía que quiere decir simplemente Asamblea), y deja descender su Gnosis entre los Cristianos, y así "a uno le es dada por el Espíritu la palabra de Sabiduría (lógos sofías), a otro palabra de conocimiento (lógos gnôseôs) conforme al mismo Espíritu, a otro fe (pístis) en el mismo Espíritu, y a otro carismas de santidad (jarísmata iamátôn) en un sólo Espíritu; a otro de actividades de poder (energêmata dynámeôn); a otro, profecía (profêteía)..." En definitiva, Pablo enuncia todas las facultades del Sabio de Israel: Sabiduría, Gnosis, Fe, Santidad, Poder, Profecía... Las cualidades que confiere el Espíritu de Sabiduría que buscaban los Sabios de Israel, tal como testimonian el Libro de la Sabiduría y el Ben Sirac.

Esta tradición sapiencial, que encierra el origen de la Gnosis revelada por el Espíritu de la que hablan, sobre todo los Libros de Sabiduría judíos y Pablo en sus epístolas, es la misma que se difunde en las comunidades gnósticas fundadas por Valentín. Los Gnósticos Valentinianos también aspiran a una Gnosis, esperan la revelación del Espíritu de Sabiduría, y por ello, los que lo recibían, se consideraban "pneumáticos", es decir, iniciados en los Misterios de la Gnosis, la Gnosis de los Espirituales que tiene su origen igualmente en Pablo, en la Epístola a los Romanos. Es en Roma donde, curiosamente, enseñó Valentín, y más tarde Plotino, el fundador de la Escuela Neoplatónica, que mantuvo una fuerte polémica con los gnósticos valentinianos, entre los que se contaban algunos alumnos suyos, por lo que éstos debieron ser en la ciudad eterna, tanto o más numerosos que los cristianos más ortodoxos.

Por tanto, podemos decir, en conclusión, que el Gnosticismo Valentiniano y en general todas las Escuelas Gnósticas que proliferaron en el siglo II de nuestra era, no eran nada extraño, como los pintan los heresiólogos y teólogos cristianos contemporáneos a aquellos. Sino que se trataba de una cristianización de la tradición sapiencial judía, en su versión más helenizada e influenciada por la cultura alejandrina, fascinada sobre todo por el descubrimiento de la Naturaleza, bien fuera por la observación directa de los fenómenos, bien fuera por la invocación del Espíritu procedente del Creador del Cosmos, cuyo conocimiento todos estaban de acuerdo en denominar: Gnosis.



Juan Almirall

sábado, 21 de noviembre de 2009

CAYO MARIO VICTORINO

Cayo Mario Victorino (c. 300 – c. 370), nació en Cartago, fue filósofo neoplatónico y se convirtió al Cristianismo, trasladando algunas doctrinas neoplatónicas a la teología cristiana. Había ganado mucha fama como retórico y gramático. En Roma tuvo mucha fama y hasta dispuso de una estatua en su honor en el Foro de Trajano. Su obra influyó mucho en Agustín de Hipona. Existen algunas obras anteriores a su conversión al Cristianismo: el “liber de definitionibus”; un comentario sobre la “de inventione” de Cicerón; y un tratado sobre gramática, “ars grammatica”. Otras obras perdidas del mismo período son: un tratado sobre lógica, “De syllogismis hypotheticis”; comentarios sobre la “Topica” y los “Diálogos” de Cicerón; una traducción y comentario de las “Categorías” de Aristóteles; una traducción de la “Interpretación” del mismo autor; traducciones de la “Isagoga” de Porfirio, y obras de los neoplatónicos. Escritos posteriores a su conversión, en el año 355, son: "liber de generatione divini verbi"; una obra "adversus arium" en cuatro libros, un tracto "de homousio recipiendo", como puede apreciarse tomó partido en la disputa sobre la Trinidad, aportando su visión neoplatónica, sobre todo la visión plotiniana de la tríada inteligible o del movimiento de Intelecto: Ser-Vida-Intelecto, que en Victorino serán Padre o la Mónada primera, Voluntad, donde encaja el Espíritu e Intelecto el Hijo; tres himnos "De Trinitate"; comentarios sobre las Epístolas de San Pablo a los Gálatas, a los Efesios y a los Filipenses. Otras obras de dudosa autenticidad son "Liber ad Justinum manichaeum"; "De verbis scripturae: factum est vespere et mane dies unus"; "Liber de physicis". También se le atribuye la traducción de algunas de las obras de Orígenes y la autoría de otros himnos cristianos.

Cronología:
c. 300. Nacimiento de Victorino.
313. Edicto de Milán.
325. Concilio de Nicea.
337. Muerte de Constantino.
c. 340. Victorino deja África para ir a Roma.
c. 340-355. Obras sobre gramática, retórica, lógica y la metafísica neoplatónica.
347. De nacimiento de Jerónimo.
353. Constancio reina solo, se erige la estatua de Victorino en el Foro de Trajano.
354. Nacimiento de Agustín.
c. 355. Conversión de Victorino, seguido inmediatamente por sus primeras obras cristianas.
359. Excomunión de Valens y Ursacio, en estos momentos Victorino estaba escribiendo “Adversus Arrium”
361. Muerte de Constancio, y sucesión de Juliano el Apóstata en el trono imperial
362. Rescripto educativos de Juliano el Apóstata, Victorino tiene que dejar la enseñanza;
c. 370. La muerte de Victorino.
386. Agustín mantiene una conversación con Simpliciano, sobre la conversión de Mario Victorino. Conversión de San Agustín.

OBRAS
Las obras existentes de Victorino son los siguientes, en lo que parece ser su orden cronológico:
1. Un Ars Grammatica (AG) en cuatro libros, a los que se añaden tres obras pequeñas, es decir., De Metris Horatianis (M. Hor.), Una menor Grammatica Ars (min AG.), Y De Metris y de Hexametro Versu (M. Hex.). Una edición crítica de estos se encuentra en H. Keil, Grammatici Latini (GL), VI, pp. 3-215.
2. Fragmentos de una traducción de la introducción de Porfirio a las categorías aristotélicas,
3 (ISAG.), Conservados en los dos diálogos de Boecio en Porphyrium un Translatum Victorino, editado por S. Brandt en Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (CSEL) XLVIII, pp. 1-132 passim.
4. Un pequeño tratado De Definitionibus (Def.), Anteriormente atribuido a Boecio, sino demostrar que se la labor de Victorino por H. Usener en Anecdoton Holderi (Bonn, 1877). Ha sido crítico editado por Th.. Stangl en tulliana y Mario-Victoriniana (Munich, 1888).
5. Ciceronis en Rhetoricam (Rhet.), Un comentario sobre dos libros de Cicerón De Inuentione. La mejor edición crítica es de C. Halm, en rétores Latini Minores, pp. 153-304.
6. De generatione Verbi Divini, un tratado breve pero muy técnico en el estilo Neoplatónico, enviado a su amigo Cándido el Arriano en respuesta a Liber de este último de Generatione Divina.
7. Los cinco clases de géneros: ser, especies, diferenciación, proprium, accidens.
FF Bruce, "Mario Victorino y sus obras," La Iglesia Evangélica Trimestral 18 (1946): 132-153.
8. Cuatro libros Aduersus Arrium (Ar.), También se dirigió a Cándido, los libros descritos por Jerónimo como "muy oscuros".
9. Una sinopsis del argumento de la obra anterior, titulada De homousius Recipiendo (HR), en PL VIII, I137C-1140d (Reproducido de Galland).
10. Tres himnos de la Trinidad (Hy.), En el estilo de las obras anterior teológica, PL VIII, 1139d-1146d (Reproducido de Galland).
11. En Epistulam Pauli ad Galatas libri duo (Ga.), En PL VIII, 1145d, 1198b (una reedición de la
primer texto publicado por Mai).
12. En Epistulam Pauli ad libri duo Carta a los Efesios (Ef.), En PL VIII, 1235a, 1294d.
13. En Philippenses Epistulam Pauli unicus ad Liber (Phil.), En PL VIII, 1I97c-1236a.

Otras obras que se le atribuyen, con poca o ninguna credibilidad, son los Iustinum ad Liber Manichaeum (IM), en PL VIII, 999 ss. (Reproducido de Galland), De Verbis Scripturae: "Uespere Factum est et mane dies unus" (VS) en PL VIII, 1009 y ss. (Reproducido de Galland), De Maccabaeis Carmen (Herold, Haeresiologia, pp. 241 s., y ueterum Bibliotheca Patrum Lugdunensis, pp. 297 f.), y De Physicis (Fis.), Un tratado pequeño y encantador para la Creación y el otoño, y la restauración realizada por Cristo en la Encarnación y la Pasión (PL VIII, 1295d - 1301c). Consideraciones de estilo, vocabulario, el pensamiento, y el texto bíblico nos impide considerarlos como obras de nuestro Victorino.

Victorino disfrutó de gran estima en su tiempo y durante muchos años después de su muerte. Ahora se encuentra casi totalmente olvidado. La importancia de este autor radica en la introducción del lenguaje y conceptos neoplatónicos y su metafísica trascendente en la incipiente teología cristiana, introduciendo en el latín un vocabulario más filosófico que el aportado hasta el momento por Tertuliano y la traducción latina de la Biblia. Igualmente, dada la influencia que tuvo en Boecio, aporta elementos de la lógica aristotélica a la discusión que con aquel otro autor se introducía en el pensamiento medieval. En definitiva, Mario Victorino nos aporta una síntesis de la lógica aristotélica y de la dialéctica, junto con la metafísica neoplatónica y la retórica ciceroniana, lo que constituyen elementos fundamentales para la interpretación latina del dogma cristiano.

domingo, 8 de noviembre de 2009

LA DIVINA HIPATIA DE ALEJANDRIA

Sorprende comprobar que cuando se hace una película sobre la vida de un personaje de la altura espiritual de Hipatia de Alejandría, en lo relativo a sus doctrinas, se distraiga la atención hacia un planteamiento falaz sobre sus enseñanzas, olvidando algunos de los aspectos realmente importantes, pero tal vez, menos comerciales, de sus enseñanzas. Hipatia fue una filósofa Neoplatónica. El Neoplatonismo es una Escuela filosófica que surge a partir de las enseñanzas de Plotino, en el siglo III. Se cuenta de Plotino que alcanzaba una perfecta unidad con el Uno, en un estado de profundo éxtasis. Sus meditaciones sobre la Belleza y sobre el Uno, han sido la fuente de inspiración y la guía espiritual de todos los místicos de Occidente, tanto de los paganos como de los cristianos. A Hipatia le precedieron los filósofos sirios: Porfírio y Jámblico de Calcis. Ambos miembros de una tradición filosófica donde eran considerados maestros divinos, por sus prodigiosas capacidades espirituales. Son filósofos y teurgos, es decir, filósofos, magos y místicos.




Desde Porfirio y sobre todo con Jámblico, que además de filósofo era sacerdote iniciado en los misterios caldeos y egipcios, la Teurgia será la más alta expresión de la Filosofía, y los maestros de Filosofía y Teurgia serán considerados hombres divinos. Hipatia forma parte de esta tradición. Es cierto que fueron grandes matemáticos, Jámblico recopiló las doctrinas de los pitagóricos en una Suma, que comienza con la vida de Pitágoras, pasa por una introducción a las matemáticas, y culmina con una Teología de la Aritmética.
Pero es del todo improbable que Hipatia formulara las Leyes de Kepler, y que mantuviera una heliocentrismo, combinado con una descripción de las órbitas elípticas de los planetas y de la tierra. Lo más seguro es que Hipatia enseñara matemáticas pitagóricas, así como una mística del número, en el más puro estilo del Neoplatonismo de la Escuela Siria de Jámblico de Calcis. La filiación Neoplatónica se aprecia claramente de la lectura de las Cartas de Sinesio de Cirene, obispo de la Tolomaida, en Libia, que dirige a su maestra Hipátia.
Ella misma era considerada divina, como los otros Maestros Neoplatónicos (la famosa Cadena de Oro), y el propio Sinesio reconoce la presencia de su espíritu divino, como el daimón de Plotino, al que se refiere su biógrafo. Dotados de una divinidad como guía interior, tanto Plotino como Hipatia pudieron sondear los misterios más profundos del Universo, como de la divinidad.
Plotino distinguía una trinidad divina, formada por el Cosmos o el Alma, el Nôus (el Intelecto divino) y el Uno, la primera y más elevada divindad, de la que todo procede, y a la que todo regresa. Plotino se unificaba con el Uno, porque había despertado el ojo interior, la flor del nôus, que se encuentra escondido en el interior de todo ser humano a la espera de ser despertado y liberado, tiene la capacidad de elevar al alma hasta las divinas y supremas claridades del Ser mismo, e incluso más allá del Ser, es decir, hacia la fuente de la que todo procede: el Uno. Esta es la vida filosófica y las enseñanzas que proponía Hipatia a sus discípulos, tal como lo narra Sinesio en sus epístolas. Hipatia muestra al igual que Plotino el camino para alcanzar la contemplación de la Belleza en sí, y el Bien, como también denominaban al Uno.
En esta época la tradición espíritual de los sagrados ritos para alcanzar la visión y la unificación con el Uno, se encontraba en manos de mujeres, Hipatia mostraba estos ritos mágicos a sus discípulos, unos ritos que estaban más allá de la religión particular de cada uno, se trataba del arte sagrado o hierático, también denominado Teurgia. Una magia intelectual, que igualmente, unos pocos años más tarde, en Atenas tiene a otra filósofa como iniciadora: Asclepigenia, la hija de Siriano de Atenas, quien inició en este sagrado arte a Proclo de Licia, uno de los últimos maestros de esta tradición Neoplatónica.
Hipatia como filósofa pitagórica estudiaba las matemáticas, una ciencia que constaba de cuatro disciplinas: la Aritmética, sobre el Número Divino y sus manifestaciones; la Geometría, su padre fue un gran matemático y geómetra, Teón de Alejandría, no hay que olvidar que los Elementos vieron su luz definitiva de la mano de otro alejandrino: Euclides; la Música, en la que parece que Hipatia destacaba y utilizaba para aplacar las pasiones del alma; y la Astronomía, de la que Alejandría era la capital, a partir de la obra de Ptolomeo, en el siglo II, al que tanto Teón como su hija seguían fielmente y profesaban gran admiración (la imágen de Hipatia criticando el sistema de Ptolomeo, como una verdadera monstruosidad, se adelanta once siglos para ser exactos, será Copérnico quien la haga).
Los Neoplatónicos fueron autores de bellas y elegantes cosmologías, presidadas por el Uno-Bien, del que emanaba el Intelecto. En un intento de conocerse a sí mismo, el Uno ejecuta, sin movimiento, una acción de retorno, como un rayo de Luz, del que se van degradando distintas entidades intelectivas, hasta que de ese mismo Intelecto, surge la necesidad de crear una obra perfecta, y que se asemeje a Dios: el Universo o el Alma. Pero el Alma es dominada por la pasión, pasión que sólo es superada por la virtud, en particular la sôfrosýnê, es decir la moderación o la búsqueda del término medio, de la que hablaba Aristóteles. Alcanzada la moderación el alma debía iniciar el camino de regreso y semejanza a Dios, tal como lo proponía Platón. Así los Neoplatónicos estudiaban los diálogos de Platón, en particular el “Parménides”, donde encontraban el camino de elevación del intelecto humano hasta el Uno.
Por tanto, las enseñanzas que Hipatia impartía, por cierto que no en el Pórtico de Aristóteles del Serapeum, sino en su domicilio particular, como muchos otros maestros de filosofía y retórica, cuyas escuelas se encontraban en sus propios domicilios y que eran heradados por sus discípulos y continuadores, tenían que ver con el Neoplatonismo y sus inquietudes, más que con formulaciones anacrónicas de leyes astronómicas modernas.
Veamos una de estas inquietudes expresada por Plotino: “Esto es lo que quería dar a entender el precepto de los misterios de acá de no revelarlos a los no iniciados: partiendo de que aquel espectáculo no es revelable, prohibió manifestar la divinidad a cualquier otro que no haya tenido la suerte de verla por sí mismo. Puesto que no eran dos cosas, sino que el vidente mismo era una sola cosa con lo visto – diríase no “visto”, sino “aunado” –, si el vidente lograra recordar en quién se transformó durante su consorcio con aquél, obtendría un retrato mental de aquél. Ahora bien, él mismo era una sola cosa sin tener en sí diversidad alguna ni con respecto a sí mismo ni con respecto a otra cosa, porque ningún movimiento había en él: ninguna cólera, ninguna apetencia de otra cosa se hacía presente en él, una vez subido arriba; ni siquiera un razonamiento ni un pensamiento. Ni era el mismo en absoluto, si hay que decir esto, sino que, como arrobado o endiosado, se quedó en soledad serena y en estado de imperturbabilidad, sin desviarse con su esencia a ninguna parte ni girar en torno a sí mismo, sino en reposo absoluto y convertido, por así decirlo, en reposo. Tampoco asomaba belleza alguna; sobrepasó ya aun la belleza, superando ya aun el coro de las virtudes como quien se adentró en el interior del aditum dejando atrás las estatuas que hay en el templo… Aquello otro tal vez no era espectáculo, sino un modo distinto de visión: éxtasis, simplificación, donación de sí mismo, anhelo de contacto, quietud e intuición que ronda en busca de acoplamiento. Todo ello, para contemplar lo que hay dentro del aditum... Ahora bien, estar en sí misma sola y no en el ser, es estar en aquél. Porque uno mismo se transforma no en esencia, sino en algo más allá de la esencia, en tanto trata uno con aquél. Si, pues, alguien logra verse a sí mismo transformado en esto, tiene en sí mismo una imagen de aquél. Y si partiendo de sí mismo como imagen se remonta hasta el modelo, alcanzará la meta de su peregrinación. Más si decae de la contemplación, reavive su propia virtud interior, obsérvese a sí mismo adornado con esas virtudes, y se verá aligerado de nuevo yendo a través de la virtud hasta la inteligencia y sabiduría y a través de la sabiduría hasta aquél. Y ésta es la vida de los dioses y la de los hombres divinos y bienaventurados: un liberarse de las demás cosas, de las de acá, un vivir libre de los deleites de acá y un huir solo al Solo (fygê mónou pròs mónon).” (VI.9.11).
En fin, entendemos que resulte muy poco cinematográfica esta visión extática, y que sería en la que intentaría introducir Hipatia de Alejandría a sus discípulos, pero había que mostrar también este aspecto de la verdad sobre la Filósofa, y completar la hermosa visión que nos muestra la película de Alejandro Amenábar, al que nos gustaría felicitar desde aquí.


Juan Almirall



lunes, 5 de octubre de 2009

FANES MITRA AION

El Orfismo fue una religión popular en el medio cultural griego. Sin embargo, no se puede hablar de una única religión órfica. Es muy probable que el orfismo que interesó a los Pitagóricos fuera muy diferente al orfismo de los telestai o sacerdotes que iniciaban en los misterios órficos, o el de los himnos tardíos o las rapsodias cosmogónicas. El orfísmo más filosófico contaba con una compleja cosmogonía: donde Fanes, el luminoso, que surgía de un Huevo cósmico, era un importante protagonista. Porta en su mano derecha una antorcha, aludiendo a las divinidades infernales, en particular a Hécate, y es rodeado por una serpiente, al igual que Mitra en otras representaciones. Se trata de una divinidad rectora del cosmos, pues mueve el Axis Mundi, el eje del mundo, con su mano izquierda. Y está rodeado por el círculo Zodiacal y los cuatro vientos, procedentes de los cuatro puntos cardinales.

viernes, 25 de septiembre de 2009

EL HELENISMO, LA ÚLTIMA RELIGIÓN PAGANA

Generalmente, se denomina HELENISMO a la cultura que floreció en los restos del Imperio mecedonio de Alejandro Magno, tras su muerte, en el año 323 a.C. El pequeño universo helénico se amplió hasta prácticamente los confines del mundo. Las pequeñas polis, con sus murallas y presididas por el templo de un dios tutelar, se fundieron en un nuevo universo, donde el factor de unión era la lengua: el griego. Apareció el concepto de "cosmopolita", el ciudadano del cosmos. Así que el espíritu griego transformó la conciencia localista de los seres humanos en un conciencia cosmopolita. La contraparte de ésto fue el nacimiento de una cultura pesimista, de seres desamparados y desprotegidos, una especie de agrofobia se apoderó de los seres humanos, que vieron desaparecer el poder local de los dioses de la polis, y una ampliación inmensa de las fronteras culturales. Vieron llegar dioses nuevos, ritos y tradiciones nuevas, que pudieron implantarse con tranquilidad en sus viejas polis.

Esta época vio aparecer nuevos tipos de filosofía, sobre todo, la filosofía estóica, que intentaba dar respuesta a esa sensación de soledad que se apoderó del individuo. Las filosofías de esta época ponen su acento en una ética, que en la mayoría de los casos tiene una dimensión soteriológica. Pues el ser humano tenía que ser salvado de este mundo amplio y cruel, donde ya no actuaban aquellos dioses paternales y protectores de la polis. También asistimos, en esta época, a la desaparición de las antiguas teocracias, con la decadencia de su clero, la casta sacerdotal perdió su poder y protagonismo. Esta es también la razón por la que proliferan en esta época los cultos mistéricos, un sistema religioso basado en la relación del individuo con los dioses, cuya forma más común es la iniciación.


En tiempos ya del Cristianismo oficial, es decir, a partir del Edicto de Milán (313), se comenzó a denominar HELENISMO a la última manifestación de la religión pagana. Una religión que ya nada tenía que ver con aquella que se fundaba en los poemas de Homero y que básicamente tenía su fuente de inspiración en los divinos oráculos del dios Apolo. El HELENISMO tardío, era una mezcla de antiguas creencias de muy diversos orígenes, y filosofía, principalmente, Neoplatónica.


El Neoplatonismo tenía una gran diversidad de fuentes, la principal era, sin duda, el Platonismo, pero pitagorizante. También bebía del Estoicismo y del Peripatetismo alejandrino. Y finalmente, la Teurgia coronaba la Filosofía Neoplatónica, que era más una Teología, que una Filosofía propiamente dicha. Podemos, pues, hablar de Teología Neoplatónica, que se inspiraba en Platón, Aristóteles y otros autores estóicos, sobre todo, Posidonio de Apamea, pero también de una colección de las llamadas Rapsodias Órficas, que contenían diversas Teogonias y Cosmologías, los Oráculas Caldeos y los famosos Libros Herméticos egipcios. Estos eran los libros teúrgicos o mágicos, de lo que se consideraba una Ciencia Sagrada.


Todos estos elementos daban cuerpo a una Teología sumamente sofisticada, como nunca más ha conocido Occidente, presidida por la idea de un Dios primero y único, hypsitos, el Uno de los filósofos, que en la religión popular se convirtió en Zeus Helios, o cualquiera otra divinidad suprema, incluso Isis para los cultos mistéricos egipcios, donde esta diosa era divinidad suprema y encarnaba el Alma del Mundo, en su conjunto. Pero para los teólogos neoplatónicos, el Uno era un dios supra inteligible, de él habían emanado, pues no podía crear, dada su perfección e inmovilidad absolutas, una serie de dioses inteligibles, que se identificaban con las Ideas de Platón. Tras éstas, también estaban divinizados los Números Divinos, y luego el propio Intelecto, al que llamaban Cronos, es decir Saturno, el padre de Zeus, al que identificaron con el Demiurgo de Platón. Y tras Zeus Demiurgo, se encontraban toda una serie de divinidades llamadas Hipercósmicas o trascendentes, entre las que encontramos las doce divinidades centrales: un segundo Zeus, Hera, Poseidón, Hades, Apolo, etc. A los dioses Hipercósmicos, que colaboraban en la actividad demiúrgica, les seguían los dioses Encósmicos, vinculados con el mundo. Estos dioses tenían una actividad conservadora, elevadora y purificadora tanto de las almas individuales, como del propio cosmos. Seguían a los dioses, los ángeles con sus arcángeles, los daimones (o demonios, que no tenían necesariamente el carácter maléfico del que les dotaron los cristianos), los héroes y las almas divinas.


Estas divinidades o espíritus poblaban el cosmos invisible, y formaban cadenas, que partían de determinados dioses trascendentes, es decir, un dios trascendente inteligible se encontraba en el origen de, por ejemplo, la cadena demiúrgica, seguía el propio Intelecto Demiurgo (Zeus), y los dioses Hipercósmicos, en su actividad creadora, que, además, eran ayudados por ángeles, arcángeles y demonios... De esta manera estaban formadas las distintas cadenas divinas.
Pues bien, el Neoplatonismo ofrecía la posibilidad de "CONVERSIÓN" hacia el Uno a través de estas cadenas de dioses. Este concepto es fundamental en el Neoplatonismo, pues constituye la propuesta de salvación de esta escuela, y el fundamento filosófico de los distintos Misterios, en los que todo el mundo se iniciaba. En los Misterios de Mitra, Mitra una divinidad solar era el dios elevador y purificador encargado de la conversión de sus mistes e iniciados, cosa que hacía en siete distintas iniciaciones, relacionadas con las siete esferas planetarias. En los Misterios de Isis era ésta la Diosa elevadora y purificadora, que acompañaba a sus iniciados completamente consagrados a Ella, por todo el Cosmos. En los antiguos Misterios de Eleusis, Dioniso y las diosas infernales (Perséfone, Demeter o Hécate). Lo mismo sucedía con los Misterios de Atis y Cibeles, de Adonis, etc.


En muchos papiros de esta época vemos también como se mencionan a divinidades gnósticas, como Ieu, Yaldabaoth, Abraxas, etc. El Gnosticismo, más que una extraña secta heréretica del Cristianismo, fue la forma más normal en que se manifestó el Cristianismo egipcio, y sus referencias inundan los textos y fragmentos egipcios de ésta época. Y también encontramos algunas referencias a la Religión de Moisés, que muchas veces aparece como un profeta a la altura de Hermes Trismegisto o Zoroastro. Lo cierto es que, lejos de ser exclusivista, la religión popular pagana en la época del Imperio Romano, fue un conjunto de creencias asimiladas, con una potente base filosófica, que aceptaba todo tipo de formas cultuales, rituales, litúrgicas y sobre todo, mágicas.


Juan Almirall

domingo, 12 de julio de 2009

PERSECUCIÓN CRISTIANA CONTRA LA CULTURA DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA: LA DESTRUCCIÓN DEL SERAPEUM DE ALEJANDRÍA


Quién visita los yacimientos arqueológicos de Alejandría, podrá contemplar la famosa “Columna de Pompeyo”, uno de los pocos restos arqueológicos de la antigua ciudad. Nadie sospecha que esa columna es, en realidad, el testimonio de la gran masacre que tuvo lugar en el año 391, y que dejaron los destructores de una de las más famosas maravillas de la Antigüedad: el Serapeum de Alejandría.

La columna está asentada sobre un pedestal formado por trozos de un obelisco de Seti I, colocados boca abajo, también hay un trozo de la estatua de la reina Arsinoe, esposa de Ptolomeo II Filadelfo, una de las reinas más veneradas de Alejandría, y otra piedra con una inscripción dedicada al emperador Diocleciano, uno de los más odiados perseguidores del Cristianismo. Esa columna no es un resto de la antigüedad pagana, sino un símbolo de la victoria del Cristianismo, que se ubica en el antiguo emplazamiento de otra columna, la Gran Columna de Serapis – Helios, una de las maravillas del gran Templo Oracular consagrado a Serapis, en la colina de Rhakotis.


Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía de los Lágidas, mandó construir en Alejandría el Serapeum, un monumental templo de mármol blanco, con tres terrazas, en la colina del barrio de Rhakotis, que como la Acrópolis ateniense, se divisaba desde el Puerto. Se ascendía por medio de una magnífica escalera de cien peldaños, y contaba con un gran Santuario consagrado a Serapis, con su impresionante estatua de marfil y oro, que había traído un hierofante de la familia eleusina de los Eumólpidas a Alejandría procedente de la lejana Sinope. El conjunto contaba también con un Anubion, un Templo consagrado a Isis, la eterna páredra de Serapis, la gran Columna de Serapis-Helios (divinidad tutelar del Imperio, durante la dinastía de los Severos), y dos curiosas instituciones: una magnífica Biblioteca, denominada la Hija de la primera Biblioteca Real, que se encontraba en el Palacio de los Lágidas, y un Museo, un Templo de las Musas que contenía el Pórtico de Aristóteles, donde se encontraban veinte Escuelas de Filosofía. Amiano, en su historia de Roma, dice: “Existen – en Alejandría – numerosos templos suntuosos, especialmente el de Serapis, que, aunque no existen palabras adecuadas para expresarlo, podemos decir, de acuerdo con sus espléndidas salas apoyadas en columnas, y sus bellísimas estatuas y otros adornos, que está tan soberbiamente decorado que, tras el Capitolio, del que se enorgullece la sempiterna y venerable Roma, no existe nada más maravilloso sobre la tierra.

Centro de culto principal del Imperio, a partir de Calígula y Claudio, era también uno de los principales centros culturales de la Antigüedad tardía. Su Museo vio desfilar a los más importantes pensadores, artistas y científicos de la época, los famosos sabios de las veinte Escuelas del Pórtico de Aristóteles, entre los que se encontraban Plotino, Jámblico, el propio Orígenes. Sacerdotes y filósofos dirigían la vida de este magnífico centro de culto y de saber, de la última manifestación de la religión clásica, el Helenismo, una sofisticada mezcla de cultos sincréticos y filosofía neoplatónica, que incluía la contemplación de la naturaleza, la matemática y la astronomía.

La vida de este centro cultural se vio truncada a finales del año 391, tras la publicación del Edicto de Teodosío I, que mandaba cerrar los templos paganos. Esto dio alas al obispo Teófilo, un hombre que gobernaba Alejandría como un verdadero faraón, y que ambicionaba las riquezas del Serapeum para poder continuar su labor constructora de Iglesias en Egipto.

La desaparición de la religión y de la cultura antigua ya había sido vaticinada por algunos oráculos. Antonino, filósofos neoplatónico y sacerdote oracular del Serapeum de Canope, discípulo de Edesio y seguidor de las doctrinas del divino filósofo Jámblico, ya había pronosticado la caída y ruina del Serapeum de Alejandría. Algo que costaba de creer, dada la monumentalidad e importancia que todavía tenía dicho Templo, comparable al Vaticano, en nuestros días.
Un grupo de sacerdotes y gramáticos formado por Amonio, sacerdote de Thot-Hermes y Eladio, sacerdote de Amón-Zeus, bajo la dirección del filósofo neoplatónico y adivino Olimpio, maestro de Proclo, junto con los poetas Palladas y Claudión, se atrincheraron en el Serapeum, negándose a acatar el Edicto imperial. Teófilo envió a los “parabolani”, una guardia episcopal, que acompañada de hordas de monjes enfurecidos, entraron en el Templo, lo saquearon y masacraron a cuantos pudieron, dejándolo todo pasto de las llamas. Un incendio que consumió también la Biblioteca de Alejandría y uno de los últimos centros de la Cultura Helenística. Teófilo, quien al principio había estado próximo a la teología origenista, cambió de intereses, y se volvió favorable al monacato egipcio, que era, en general, bastante mentecato y contrario a la filosofía neoplatónica cristiana de Orígenes, a la que no podía entender. La destrucción del Serapeum, un foco de Neoplatonismo, suponía la posibilidad de poner fin a la especulación teológica, y volver a una visión sencilla y paternalista de la religión, con un Dios Padre en la forma que se describe en el Antiguo Testamento, que tanto apreciaban los monjes iletrados, de los que Egipto estaba plagado, una visión de Dios lejana a la Mónada y el Ser de los filósofos y los teólogos origenistas.

Sin embargo, Teófilo pese a su clara preferencia por el monacato popular y por las riquezas de los Templos paganos, no causó ningún mal a la filósofa neoplatónica Hipatia, hija de Teón de Alejandría, gran filósofo matemático y astrónomo, que tenía su propia Escuela, fuera de los recintos del Pórtico del Serapeum. Hipatia, propugnaba una filosofía capaz de despertar la realidad interior que une al ser humano con el Uno, al igual que Plotino, mostraba poco interés por la versión más popular de la Religión Helenística, y por tanto, no se pronunció a favor del Serapeum, aunque imaginamos que debió ser un duro golpe para ella y el mundo que representaba, un mundo que tocaba a su fin. Con su muerte, unos años más tarde, de la mano de los secuaces de San Cirilo, sucesor de Teófilo, en el año 415, y el cierre de la última Escuela de Filosofía Neoplatónica de Atenas, en el año 529 gracias al decreto de Justiniano, la antigua Religión de Egipto, Grecia, Roma y Asía Menor, desaparecerá para siempre, sus sacerdotes, sus cultos y su filosofía, una filosofía a mi entender realmente hermosa y sofisticada, como nunca se había conocido en Occidente y en el próximo Oriente, desaparecieron, quedando sólo restos incomprensibles y fragmentos.

Juan Almirall


sábado, 11 de julio de 2009

LOS DIÁLOGOS ITALIANOS DE GIORDANO BRUNO

G. Bruno (1548 – 1600) viaja a Londres en abril de 1583, al año siguiente comienza la edición de sus seis diálogos italianos, pues acostumbraba a escribir en latín. Los diálogos se editan en el siguiente orden:

1. La Cena de le Ceneri
2. De la causa, principio, et Uno
3. De l'infinito universo et Mondi
4. Spaccio de la Bestia Trionfante
5. Cabala del cavallo Pegaseo - Asino Cillenico
6. De gli heroici furori
En la Opera italiana, Bruno describe su programa de iniciación por medio de la recuperación de la Filosofía. El italiano era la lengua del Renacimiento, conocida por los círculos esotéricos de la corte británica, en particular del de Philip Sidney y algún otro favorito del la reina Isabel, mientras que la erudición universitaria se expresaba en latín.

Bruno surge, en el Renacimiento, de la polémica clásica sobre la primacía entre Teología y Filosofía, que ocupó a tantos escolásticos durante toda la Edad Media. Se trataba de establecer la primacía entre las Sagradas Escrituras o la Filosofía Natural, que comprendía, entre otras cosas, la obra de Aristóteles sobre Física y Astronomía. Obviamente, las observaciones astrológicas del filósofo no casaban bien con los Textos Sagrados.

Bruno es copernicano, y es el padre de la teoría infinitista del Universo, gracias a la recuperación de Lucrecio y su “De rerum natura”. Su copernicanismo y epicureismo, le llevaron a pensar que había descubierto una Filosofía que iba a permitir al ser humano irrumpir en los niveles más elevados del Pensamiento Divino.

Su programa de iniciación filosófica está descrito en la Opera italiana, los seis diálogos italianos, en los que describe un itinerario filosófico, que comienza en un viernes de cenizas, desmantelando la pedantería de los doctores de Oxford, pasa por vislumbrar la verdadera naturaleza del Ser, y el reconocimiento de la infinitud del Universo. Viaja por el Cosmos, a través de todas las constelaciones, rompiendo las esferas cristalinas de Aristóteles. Expulsa a la bestia triunfante, esto es el Cristianismo de la Iglesia romana y las Iglesias reformadas, y alcanza el furor divino dionisíaco del que hablaba Platón en el Fedro.

Juan Almirall

LLULL Y LA ORTODOXIA ROMANA

A la muerte de Ramón Llull, se procedió por parte del obispado de Mallorca, a su beatificación, con la intención de con posterioridad, canonizarlo. Desde las instancias de la curia romana se paralizó el proceso. Poco después, en la segunda mitad del S.XIV, el inquisidor de Aragón, Nicolau Eimerich comenzó la persecución de los Lulistas, y empezó a colocar en el índice de obras heréticas, algunas de las obras de Llull. En Aquellos momentos los Lulistas eran considerados alquimistas.

Muchos eruditos católicos, en especial desde finales del S.XIX hasta hoy, han trabajado para defender la ortodoxia de Ramón, ante el Vaticano y algunos han intentado la continuación del proceso de canonización. Esto ha llevado a, entre otras consecuencias, la descatalogación de todos sus escritos alquímicos –en el S XIX se le atribuían mas de doscientos volúmenes-.



Sea como sea, en estos días del XXI, nadie discute la ortodoxia del personaje, entre otras cosas, en mi opinión porque nadie estudia su obra con un espíritu libre de prejuicios religiosos.

Solo tres ejemplos:

De su obra “El llibre de les Meravelles”Leemos

Félix preguntó al filósofo si alquimia es un arte por el que se pueda hacer transmutación de un metal en otro. El filósofo respondió y dijo, que en la transmutación de un elemento en otro, es necesaria transmutación sustancial y accidental; esto es a saber, que la forma y la materia se transmuden, con todos sus accidentes, en una sustancia nueva, compuesta de nuevas formas y materias y accidentes.
Y esta obra, queridos amigos- dijo el filósofo a Félix- no se puede hacer artificialmente, puesto que la Naturaleza necesita la totalidad de sus poderes.

Este párrafo, ¿Puede ser mas claro?

Como segundo ejemplo, iremos a otra de sus obras importantes “El Blanquerna”.
En la novela, Blanquerna es nombrado Papa y comienza la reforma de la Iglesia. Nombra a un Cardenal que tenía como misión, encontrar los mejores loadores de Dios, encuentra a dos, uno de ellos es un peregrino que encontró destruyendo un crucifijo (Hombre clavado a una cruz) en una ermita.

Estr ejemplo tampoco necesita comentarios.

En tercer lugar, en la considerada autobiografía, con el título de “Vita Coetanea” hay un pasaje que durante un tiempo no se imprimía ¿porqué? Ahora lo veremos

Pero Ramón, firme en la resolución que previamente había tomado en su interior, es decir, que prefería ser condenado eternamente antes que, por su mala fama, causar la pérdida del Arte que le había sido revelado para el honor de Dios y la salvación de muchos, sintió de nuevo como si la mano de un hombre le volviera a torcer la cara, que aún tenía girada, hasta dejarla recta. En aquella posición, viendo entonces el cuerpo de Cristo en manos del sacerdote, inmediatamente se arrojó de la cama al suelo, besando el pie del propio sacerdote. Y así recibió entonces el cuerpo de Cristo, intentando, bajo tal apariencia de devoción, salvar por lo menos el Arte predicho.

¿Apariencia de devoción? ¡Llull no creía en la eucaristía de la iglesia de Roma!

Con esto hemos acabado por ahora.


Jose M Gosalbez Cortes

martes, 26 de mayo de 2009

PARACELSO. TEXTO SOBRE LA RESURRECCIÓN.


Paracelso fue un heterodoxo en casi todos los aspectos de su vida, su forma de entender el cristianismo no fue una excepción.

En el libro del cual hemos extractado este capítulo: Evangelio de un médico errante; él mismo dice: “El tiempo de mi mensaje ha llegado: debo escribir. Todo muestra que es la hora de realizar el trabajo. El tiempo de la geometría se ha acabado, el tiempo del quadrivium ha terminado, el tiempo de la filosofía está detrás de mí, la nieve de la miseria se ha fundido, y lo que crecía ha venido a la madurez. De dónde viene esto, no lo sé; a dónde esto va, no lo sé, ¡pero está aquí!
Si pues, la hora que durante tanto tiempo se ha hecho esperar está aquí, es entonces el tiempo de escribir, de escribir sobre la vida bienaventurada y sobre la vida eterna. Es el tiempo del fruto.”



Pensamos que será de gran interés presentar la visión de Paracelso sobre uno de los contenidos más importantes del cristianismo: la resurrección; el destino espiritual del hombre, el estado al está llamado a ser todo cristiano. Podremos ver cómo se acerca a una lectura literal del contenido de la resurrección y del renacimiento del hombre en los Evangelios, especialmente en las cartas de Pablo.

Presentamos traducción del francés: Evangile d’un médecin errant. Edición de Lucien Braun, y editado por la editorial Arfuyen en la colección Cahiers d’Alsace, 1991.


DE LA RESURRECCIÓN DE LOS CUERPOS


Ocurre con nuestra resurrección lo que con el nacimiento de Sansón. Nacido de mujer estéril, Sansón no ha venido al mundo según el orden de la naturaleza. Así ocurre con nosotros: de nuestro cuerpo de Adán, estéril, nacerá un cuerpo nuevo, el cuerpo de la resurrección, y ello, por el poder de Dios. Este nuevo cuerpo será maravilloso, como lo fue Sansón.

Es por eso que el cuerpo que tenemos ahora no sirve para la gloria. Ved, se deshace y revienta en el fuego. Pero el cuerpo que ha de venir, el cuerpo glorioso, nacido del poder de Dios, debe ser un cuerpo que dure, que permanezca. En consecuencia, únicamente resucitarán lo hijos de Dios, y no los hijos de los hombres, como pensaban los judíos quienes, por esta razón, tanto cuidaban sus cuerpos. Este cuerpo no irá al Cielo, como tampoco van al Cielo las piedras de la tierra; pero tan difícil de creer es el que de las piedras puedan nacer niños, como difícil es pensar que de nuestro cuerpo pueda nacer otro cuerpo. Y sin embargo, es de nuestro cuerpo de Adán, pero no con él, de donde surgirá el cuerpo glorioso; y nuestro cuerpo permanecerá en la tierra maternal.

La resurrección es como la siembra: el cuerpo permanece en la tierra, allí se pudre y se descompone; él no será glorificado. Será glorioso lo que nacerá de él: las rosas, el cuerpo celeste. El árbol nace igualmente de la semilla, procede de él, pero el árbol no es la semilla. Este proceso lleva tiempo; como también tomará tiempo nuestro cuerpo en la tierra, donde deberá esperar el día del Señor.

¿A qué está destinada la semilla? No a permanecer como semilla, sino a que de ella proceda la planta de cuya esencia es portadora. Pues la semilla, en tanto que semilla, no es nada. Pero aquel que sabe dar nacimiento al fruto de la semilla, ese sabe también hacer surgir de nuestro cuerpo, el fruto.

Por eso no debemos decir: resucitaremos con el cuerpo que tenemos. Nosotros somos una semilla; una semilla de Dios; si no, nuestro cuerpo no sería una semilla. Pero en el presente somos una semilla, y el nuevo cuerpo que proceda de él será el fruto. Ocurre entonces que el antiguo cuerpo verá en el nuevo a su salvador. Veamos, en nuestra morada terrestre, de qué naturaleza es nuestra esperanza.

Adán ha sido sumergido en un profundo sueño, con el fin de que no viese cómo Eva, su compañera, salió de él. De la misma forma seremos sumergidos en un profundo sueño hasta el día del juicio. No conocemos el día, ni sabemos cómo llevará a cabo nuestra resurrección. No sirve de nada querer comprender los fines últimos, ya que nuestros razonamientos no son sino locura ante Dios. Pero esto no nos debe hacer infravalorar la filosofía, pues Dios quiere que apreciásemos y descubriésemos estas cosas s partir del orden de la naturaleza, en la medida que sea apropiado para nosotros; sin embargo, esto no es sino una sombra en relación con la realidad.

El hombre debe resucitar para el juicio, tanto si es trigo como añublo. Resucitará para la gloria o para el castigo. Aquellos que son como el trigo vivirán, los que son como el añublo, aunque resucitados, serán reconocidos como muertos. Porque Dios es Dios de los vivos, es decir Dios de sus hijos, de aquellos que han nacido de Él. Y son hijos de Dios los que realizan su voluntad y le sirven en tanto que criaturas nuevas; y quienes, llevando en ellos la semilla destinada a pudrirse, no viven según la ley de ésta.

La semilla no lleva en ella lo que procederá de ella, lo que nacerá de ella. Es más bien un don, una gracia establecida en ella. Mirad la rosa o la lavanda: Dios ha colocado en la vieja semilla una virtud con el fin de que el descomponerse, nazca de ella una cosa nueva. Si Él hace esto por un grano natural, lo hace aún más por un hombre.

El viejo Adán no es nada ante Dios, sino una semilla. Si él come bien y bebe bien, esto no representa ninguna ventaja para la gloria. Si el viejo Adán permanece tal cual es, si él no tiene en sí la gracia, está ya condenado, haga lo que haga. No nos atemos demasiado a nuestro cuerpo, en todo caso, tampoco conviene a la semilla que se la quiera conservar en buen estado hasta el día de las siembras.

¿Debe ser conservado este cuerpo? ¿Querríais que fuésemos al Cielo con nuestro cuerpo de Adán, con nuestro cuerpo y sus miserias? ¡Curioso Paraíso sería! Si el Paraíso no tuviera que ser otra cosa que el lugar de nuestros cuerpos renovados, esto sería una fuente de juventud, no un Paraíso. Esto sería una farsa. El auténtico Paraíso nos ha sido dado por la muerte de Cristo; no es una fuente de juventud, sino una glorificación, una transfiguración. Deberíamos meditar más sobre la resurrección del Hijo de Dios, ya que nuestra resurrección es de la misma naturaleza: nosotros resucitaremos por Él y en Él.

La rosa, el lirio, el alhelí, el anthericum se alimentan y beben de lo que viene de la tierra. Pero al mismo tiempo se alimentan de lo que viene de arriba: del rocío, de la lluvia. ¿No es ese su pan del cielo? Pero la forma en que se alimentan no nos es visible. Lo mismo ocurre con el hombre: la rosa en nosotros, nuestro cuerpo celeste, se alimenta también de lo que viene de arriba, de la mano de Cristo. Y así como la rosa se alimenta de rocío y lluvia, así se alimenta la nueva criatura del rocío que viene de arriba, pues el hombre es más que la rosa.

La naturaleza es rica en misterios, y la filosofía, la luz natural, nos permite reconocerlos; pero la filosofía no ha intentado nunca profundizar en la otra criatura; ella se ha conformado con conocer las cosas de este mundo.

Pero el verdadero filósofo debe pensar en el Cielo y en la tierra; pues el hombre no vive sólo de pan, sino también de la palabra que viene a nosotros por boca de Dios. En efecto, ¿Quién puede comprender cómo se alimenta una planta, cómo ella cura? Es inútil decir que ella tiene tal o cual virtud. Es Dios quien ha colocado en ella la fuerza curativa, allí donde Él ha querido y cuando ha querido.

Si queremos creer, conforme al Símbolo de los Apóstoles, en la resurrección de la carne, debemos comprenderla a partir del otro cuerpo, y no a partir del primero, del cuerpo de Adán; pues éste volverá al barro para la muerte eterna. El cuerpo sensible es como la sal sosa frente a la verdadera sal; no hay nada en él digno de gloria –es como el añublo en medio del trigo.

Todo lo que brilla no es oro, sino sólo el metal purificado de sus escorias y que ha sufrido la prueba del agua fuerte y del antimonio. Ésta es la prueba natural; pero hace falta mucho más cuando se trata del hombre de la nueva criatura. No es que el barro sea transmutado y cambiado en metal precioso, y así ennoblecido, sino porque el barro será separado de la perla como un accidente. Es la perla la que asegurará la glorificación, no porque de impura venga a ser pura, sino simplemente porque ella se encontraba albergada en lo impuro, como las estrellas en las tinieblas. Pero el cuerpo nuevo brillará aún más que las estrellas.

Cuando seamos así glorificados, es entonces cuando subiremos al Cielo para sentarnos a la mesa que el Padre que está en los cielos nos ha preparado allí, y compartir la comida con su Hijo. Por ello existe una diferencia entre la resurrección y la subida al Cielo. La resurrección consiste en la separación del cuerpo material y la entrada en posesión de un cuerpo inmortal. Los bienaventurados se encontrarán en el seno de Abraham; los reprobados, el purgatorio hasta que venga el día del juicio. Entonces los bienaventurados irán al reino de Dios y serán libres; entonces será suprimido el purgatorio y los que allí se encontraban irán al infierno. El sueño del que habla la Escritura en la espera de un lugar que no sabemos dónde se sitúa

El Cristo es para nosotros un ejemplo; que el hombre resucite al tercer día, a el primero, o mucho más tarde, no lo sabemos y no lo podemos saber; pero la resurrección de Cristo nos enseña que no se trata solamente de un acontecimiento único, sino de algo que nos concierne a todos. En efecto, si hubiéramos tenido que ir al Cielo con nuestro cuerpo de Adán, Cristo no habría tenido necesidad de encarnarse. Pero Cristo nos ha enseñado cómo obra el Espíritu; sólo va al Cielo lo que es del Cielo. Y nadie puede alcanzar la paz eterna si no ha nacido de Dios.

Por ello no debemos poner nuestra esperanza en nuestro cuerpo mortal. Pues incluso si le imponemos privaciones, no tendrá ninguna recompensa – ¡como si se tratase de hacer cálculos así!- Estas mortificaciones revelan más bien, la melancolía que es cosa humana y terrestre. Cristo dice sobre esto: “Ellos me honran con los labios”, es decir, actúan a partir de la melancolía. Los sanguíneos se hacen oír con cantos y órganos; pero sus oficios están lejos de Dios. Los biliosos querrían derramar su sangre; y los flemáticos recibir favores. Pero si esto fuera posible, los paganos y los turcos se volverían, también ellos, bienaventurados. La obra de Dios sería inútil; y nuestra fe también.

Pero no quedará más que el cuerpo espiritual. Es a partir de él que tenemos que ayunar y rezar, y comportarnos según la virtud, y no a partir de la demasiado humana, melancolía. Por ello conviene subrayar la diferencia entre los dos cuerpos. Nuestro cuero de Adán se separará del cuerpo tal como el fruto se separa del árbol.

Saludos cordiales, Jesús Rodríguez