viernes, 25 de septiembre de 2009

EL HELENISMO, LA ÚLTIMA RELIGIÓN PAGANA

Generalmente, se denomina HELENISMO a la cultura que floreció en los restos del Imperio mecedonio de Alejandro Magno, tras su muerte, en el año 323 a.C. El pequeño universo helénico se amplió hasta prácticamente los confines del mundo. Las pequeñas polis, con sus murallas y presididas por el templo de un dios tutelar, se fundieron en un nuevo universo, donde el factor de unión era la lengua: el griego. Apareció el concepto de "cosmopolita", el ciudadano del cosmos. Así que el espíritu griego transformó la conciencia localista de los seres humanos en un conciencia cosmopolita. La contraparte de ésto fue el nacimiento de una cultura pesimista, de seres desamparados y desprotegidos, una especie de agrofobia se apoderó de los seres humanos, que vieron desaparecer el poder local de los dioses de la polis, y una ampliación inmensa de las fronteras culturales. Vieron llegar dioses nuevos, ritos y tradiciones nuevas, que pudieron implantarse con tranquilidad en sus viejas polis.

Esta época vio aparecer nuevos tipos de filosofía, sobre todo, la filosofía estóica, que intentaba dar respuesta a esa sensación de soledad que se apoderó del individuo. Las filosofías de esta época ponen su acento en una ética, que en la mayoría de los casos tiene una dimensión soteriológica. Pues el ser humano tenía que ser salvado de este mundo amplio y cruel, donde ya no actuaban aquellos dioses paternales y protectores de la polis. También asistimos, en esta época, a la desaparición de las antiguas teocracias, con la decadencia de su clero, la casta sacerdotal perdió su poder y protagonismo. Esta es también la razón por la que proliferan en esta época los cultos mistéricos, un sistema religioso basado en la relación del individuo con los dioses, cuya forma más común es la iniciación.


En tiempos ya del Cristianismo oficial, es decir, a partir del Edicto de Milán (313), se comenzó a denominar HELENISMO a la última manifestación de la religión pagana. Una religión que ya nada tenía que ver con aquella que se fundaba en los poemas de Homero y que básicamente tenía su fuente de inspiración en los divinos oráculos del dios Apolo. El HELENISMO tardío, era una mezcla de antiguas creencias de muy diversos orígenes, y filosofía, principalmente, Neoplatónica.


El Neoplatonismo tenía una gran diversidad de fuentes, la principal era, sin duda, el Platonismo, pero pitagorizante. También bebía del Estoicismo y del Peripatetismo alejandrino. Y finalmente, la Teurgia coronaba la Filosofía Neoplatónica, que era más una Teología, que una Filosofía propiamente dicha. Podemos, pues, hablar de Teología Neoplatónica, que se inspiraba en Platón, Aristóteles y otros autores estóicos, sobre todo, Posidonio de Apamea, pero también de una colección de las llamadas Rapsodias Órficas, que contenían diversas Teogonias y Cosmologías, los Oráculas Caldeos y los famosos Libros Herméticos egipcios. Estos eran los libros teúrgicos o mágicos, de lo que se consideraba una Ciencia Sagrada.


Todos estos elementos daban cuerpo a una Teología sumamente sofisticada, como nunca más ha conocido Occidente, presidida por la idea de un Dios primero y único, hypsitos, el Uno de los filósofos, que en la religión popular se convirtió en Zeus Helios, o cualquiera otra divinidad suprema, incluso Isis para los cultos mistéricos egipcios, donde esta diosa era divinidad suprema y encarnaba el Alma del Mundo, en su conjunto. Pero para los teólogos neoplatónicos, el Uno era un dios supra inteligible, de él habían emanado, pues no podía crear, dada su perfección e inmovilidad absolutas, una serie de dioses inteligibles, que se identificaban con las Ideas de Platón. Tras éstas, también estaban divinizados los Números Divinos, y luego el propio Intelecto, al que llamaban Cronos, es decir Saturno, el padre de Zeus, al que identificaron con el Demiurgo de Platón. Y tras Zeus Demiurgo, se encontraban toda una serie de divinidades llamadas Hipercósmicas o trascendentes, entre las que encontramos las doce divinidades centrales: un segundo Zeus, Hera, Poseidón, Hades, Apolo, etc. A los dioses Hipercósmicos, que colaboraban en la actividad demiúrgica, les seguían los dioses Encósmicos, vinculados con el mundo. Estos dioses tenían una actividad conservadora, elevadora y purificadora tanto de las almas individuales, como del propio cosmos. Seguían a los dioses, los ángeles con sus arcángeles, los daimones (o demonios, que no tenían necesariamente el carácter maléfico del que les dotaron los cristianos), los héroes y las almas divinas.


Estas divinidades o espíritus poblaban el cosmos invisible, y formaban cadenas, que partían de determinados dioses trascendentes, es decir, un dios trascendente inteligible se encontraba en el origen de, por ejemplo, la cadena demiúrgica, seguía el propio Intelecto Demiurgo (Zeus), y los dioses Hipercósmicos, en su actividad creadora, que, además, eran ayudados por ángeles, arcángeles y demonios... De esta manera estaban formadas las distintas cadenas divinas.
Pues bien, el Neoplatonismo ofrecía la posibilidad de "CONVERSIÓN" hacia el Uno a través de estas cadenas de dioses. Este concepto es fundamental en el Neoplatonismo, pues constituye la propuesta de salvación de esta escuela, y el fundamento filosófico de los distintos Misterios, en los que todo el mundo se iniciaba. En los Misterios de Mitra, Mitra una divinidad solar era el dios elevador y purificador encargado de la conversión de sus mistes e iniciados, cosa que hacía en siete distintas iniciaciones, relacionadas con las siete esferas planetarias. En los Misterios de Isis era ésta la Diosa elevadora y purificadora, que acompañaba a sus iniciados completamente consagrados a Ella, por todo el Cosmos. En los antiguos Misterios de Eleusis, Dioniso y las diosas infernales (Perséfone, Demeter o Hécate). Lo mismo sucedía con los Misterios de Atis y Cibeles, de Adonis, etc.


En muchos papiros de esta época vemos también como se mencionan a divinidades gnósticas, como Ieu, Yaldabaoth, Abraxas, etc. El Gnosticismo, más que una extraña secta heréretica del Cristianismo, fue la forma más normal en que se manifestó el Cristianismo egipcio, y sus referencias inundan los textos y fragmentos egipcios de ésta época. Y también encontramos algunas referencias a la Religión de Moisés, que muchas veces aparece como un profeta a la altura de Hermes Trismegisto o Zoroastro. Lo cierto es que, lejos de ser exclusivista, la religión popular pagana en la época del Imperio Romano, fue un conjunto de creencias asimiladas, con una potente base filosófica, que aceptaba todo tipo de formas cultuales, rituales, litúrgicas y sobre todo, mágicas.


Juan Almirall