jueves, 4 de julio de 2013

JAMBLICO DE CALCIS, FILOSOFO NEOPLATONICO, por Juan Almirall


Sobre la vida de Jámblico tenemos el testimonio de Eunapio, Vida de filósofos y sofistas, escrita entre los años 396 y 399, que atestigua el origen sirio de nuestro autor, procedente de la ciudad de Calcis. Su vida transcurre aproximadamente entre los años 250 y 325, de origen aristocrático, habría vivido la época del Imperio militar, los años de esplendor de la Tetrarquía de Diocleciano y el acceso de Constantino y la Iglesia al poder. Su primer maestro fue Anatolio y luego Porfirio, con quien se habría encontrado en Roma, tras el regreso de éste de su exilio siciliano, al que le habría recomendado Plotino, tras su intento de suicidio. Poco tiempo después de la muerte de Plotino, Porfirio regresa a Roma, donde se lamenta de no haber podido estar cerca de su maestro, corrían los años setenta del siglo III.  Diez años más tarde, Porfirio se encontraría con Jámblico, a quien adoptaría como discípulo. Seguramente, antes de ese encuentro en Roma, Jámblico se habría establecido en Alejandría con Anatolio, discípulo de Porfírio, que más tarde, en el año 270, habría alcanzado la dignidad de obispo cristiano. Anatolio fue peripatético y muy interesado por las matemáticas, autor de una introducción a la aritmética, que seguramente habría influido en la redacción de la obra Theologumena arithmeticae, atribuida a Jámblico.
La formación de Jámblico es profundamente alejandrina, mostrando un remarcable interés por la vida theoretica, las matemáticas, así como por una actividad espiritual de carácter animista, inspirada en la magia y la teurgia, muy propia de esta época en Egipto. Estos serán los rasgos característicos de esta nueva tendencia Neoplatónica, que se distancia bastante de la propuesta meditativa y pureza platónica de Plotino, muy transformada por la influencia de Porfirio. La obra conservada de Jámblico consiste en los cuatro libros de la Synagogé Pythagorica, la Vida de Pitágoras, la Exhortación a la Filosofía, La ciencia matemática común y la Isagoge a la aritmética de Nicómaco, a los que se suma generalmente la Theologumena arithmeticae, dado que la Synagoge consistía en una suma más amplia, que efectivamente incluía un tratado sobre teología matemática; también se atribuye a Jámblico, desde antiguo, la obra Sobre los Misterios egipcios, que consiste en una serie de respuestas del maestro y sacerdote egipcio llamado Abamon, a la carta de Porfírio dirigida al también sacerdote egipcio Anebo. Pero la obra de Jámblico es mucho más extensa, de entrada la Synagogé estaba formada por diez libros, tres libros más de aritmética, uno sobre geometría, otro sobre música y el décimo sobre la esfera; después se han conservado fragmentos de un tratado sobre el alma, de los extensos comentarios tanto a las obras de Aristóteles como de Platón. También se conocen referencias a distintas obras de Jámblico, de las que destaca una Teología caldaica, con amplios comentarios a los Oráculos Caldeos, una Teología Platónica y un tratado sobre Symbólôn pitagóricos, entre los que se incluiría los sýmbola y los versos de oro.
Antes de regresar a Siria, Jámblico habría permanecido una larga temporada en Alejandría donde dejó una huella imborrable, su influencia se dejará ver en Siriano, originario de Alejandría, maestro de Proclo, y Amonio, fundador de una escuela en Alejandría que influirá en Damascio y Simplicio. Parece que Jámblico terminó sus días en la ciudad siria de Dafne, cerca de Antioquia, donde habría reunido a un grupo de discípulos, entre los que destacaron Sopatro de Siria, Edesio y Eustaquio de Capadocia, Teodoro y Eufrasio, griegos.
Jámblico fue considerado un hombre divino, su inclinación por la mística es muy conocida, se decía de Jámblico que cuando rezaba a los dioses se elevaba del suelo por los aires, y su cuerpo asumía un color de resplandeciente oro; fue tratado de maestro divino como Platón, Plotino y más tarde, Proclo.

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